TANTRA & SEXO El lenguaje en el sexo


El lenguaje genera realidad. Entonces, si yo soy quien genera el lenguaje, es obvio que yo genero realidad. ¿Cómo? A través de lo que digo, a mí mismo y a los demás. Y a través de lo que interpreto, de lo que escucho, leo, recuerdo, etc. ¿Es simple no?


Lenguaje son nuestros pensamientos, fantasías, creencias, juicios, prejuicios, recuerdos y todo aquello que interpretamos.

Vamos a tratar de comprenderlo bien. Cuando me explican cómo jugar a un juego de cartas, puedo comprenderlo más o menos, pero cuando aprenderé será jugando, ya que, con la explicación inicial teórica obtengo una primera idea que me va bien, pero insuficiente para una total comprensión. Será el deseo de empezar a jugar, y el compromiso por aprender lo antes posible, lo que me inclina a optar por la mejor opción, que es empezar ya!

Vamos pues, vía investigación, a llevarlo a la actitud tántrica, y en concreto, al juego sexual.
No somos conscientes del papel del lenguaje en lo que llamamos realidad. Es importante que entendamos que aquello que nos distingue a los humanos de los demás animales es el lenguaje.
Para profundizar en la materia, recomiendo leer Ontologia del Lenguaje de Rafael Echeverria. Quizás, para más de uno, cause un efecto inesperado y cambie su vida para siempre. Equivalente a descubrir que vivimos en Matrix. Así me ocurrió a mí.

Pero vamos a hacerlo con una actitud tántrica. Eso es, vía investigación. No desde el “ya se”, si no con la inocencia de un niño. Para ver que descubrimos.
Investigación en el juego sexual. Aclaro que llamo juego sexual a la relación sexual ya que, relación, puede llevarnos a confusiones.

¿Por qué nos excitamos?
En primer lugar, hablemos del cuerpo. En él se incluye un deseo sexual que funciona por sí solo. Este funcionamiento ha sido observado por la tradición tántrica, hasta hoy, incluyendo los interesantes trabajos realizados por los profesionales contemporáneos del tantra. Observar este funcionamiento nos llevará a descubrir determinados aspectos de lo que somos, al margen del lenguaje.
Hay pues una base, un motor, un fuego interior que nos viene dado de nacimiento.
Pero donde queremos ahora poner toda la atención es a la parte que nos distingue como humanos, la parte lingüística.
Pertenece a este campo todo aquello que llamamos erotismo, fantasía o también morbo, es lo que nos excita.

Incluso un cuerpo atractivo, que consideramos como “atractivo físico” es influido por unos estándares culturales que son lingüísticos. Toda interpretación es lingüística. Así, la interpretación: “Hombre con mucha experiencia, alto y fuerte, que me recuerda a uno que conocí que me hizo subir al cielo” puede causar excitación.
La parte lingüística influye en mucha mayor proporción de lo que imaginamos, sobrepasando a veces instintos físicos muy primitivos como el olfato.
Vamos a distinguir, de entre esta parte lingüística del sexo, dos grandes bloques:

La conversación que mantengo conmigo mismo
Incluye, por supuesto, el pensar.

La conversación que mantengo con las demás personas
Es a través de la conversación que mantengo con las demás personas en el juego sexual donde estamos centrados, y es aquí donde vamos a investigar.

Es muy posible que nos encontremos con algunas sorpresas.

Para empezar, el lenguaje que he mantenido hasta ahora en este escrito es muy diferente al que usamos normalmente cuando hablamos a nuestra compañera o compañero de juego.
Habrá grandes diferencias, ya que estamos tratando un aspecto muy íntimo de cada persona. Pero la mayoría de amantes no hablaran de su juego sexual como aquí me refiero, o de su pene, vagina, ano o acto sexual. Hablaran seguramente de sus rollos,  poya, coño, culo o revolcón o polvos.
Es posible que muchas personas tengan dificultades para referirse a estas palabras, y sientan incomodidad, tanto por clínicas como por “inmorales” y las eviten.
También es posible que su habla y escucha, y me refiero siempre en el juego sexual, es decir, en plena excitación, no sea fluida o incluso sea escasa o tal vez nula, debido a una sensación de incomodidad, provocada por la falta de vocabulario y sobretodo de costumbre.
Cada vez que sentimos incomodidad, rechazo o desagrado, tenemos una oportunidad de aprender o trascender.
No hacemos otra cosa que no sea aplicar los principios básicos del tantra. Tan sencillos y tan efectivos. Por lo tanto, observemos cualquier rechazo y detengámonos en él. No se trata de tomarlo como un castigo u obligación, sino de jugar con ello. Se trata de establecer el lenguaje en el juego sexual. Una vez instaurado,  tendremos infinitas posibilidades de crear lo que queramos. Nos podremos detener con palabras que se nos resistan. Utilizando la excitación y el amor como contexto, para seguir investigando.
Jordi Oller

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