¡QUIERO ESTAR BIEN!

La búsqueda de la felicidad, el estar bien, el sentirse bien ahora y en el futuro es algo que todos queremos. En esto estamos todos de acuerdo. Quizás no nos pongamos de acuerdo en la forma de conseguirlo. Unos creen que lo conseguirán con dinero y bienes materiales, otros con una entrega hacia la divinidad, muchos con una pareja ideal. La mayoría tenemos planes de mejora para empezar…mañana, después que acabe el curso, cuando los niños sean mayores, cuando empiece a ganar dinero… Atribuimos nuestro bienestar o malestar a causas externas y, aunque hemos visto multitud de ejemplos que demuestran lo contrario, seguimos en esta creencia, en esta posición de victimas de las circunstancias. Y si probamos de ser protagonistas por un tiempo, lo intentamos y nos esforzamos en algo y no lo conseguimos, quizás el resultado será que, además, añadiremos un sentimiento de culpa o impotencia, y después de este resultado nefasto nos instalaremos en la posición de víctimas de las circunstancias ya de forma definitiva. Por lo menos nos evitamos algo peor. Y así vamos sobreviviendo… La realidad es algo siempre relativo. Cada uno tiene la suya y no solo eso, la realidad es cada momento, nuestra realidad depende de nuestro estado. Nuestra sensación de realidad depende de nuestro sistema eléctrico y químico. Por la forma de funcionar del cerebro, desarrollamos redes neuronales que quedan establecidas y marcan un patrón, y por ello tendemos a funcionar siempre de forma parecida, dentro de nuestra zona de confort, o de nuestra caja de creencias, o de nuestros hábitos, como lo queramos llamar. Podríamos decir que somos adictos a nuestra propia química. Por este motivo, a las personas mayores les cuesta más cambiar ya que, sus redes neuronales llevan más tiempo establecidas y son más potentes. Con el uso de la misma red neuronal, esta se vuelve cada vez más predominante. La buena noticia es que, por la plasticidad del cerebro, podemos crear nuevas redes neuronales, nuevos hábitos, que correspondan a lo que realmente queremos, pero para ello tenemos que estar dispuestos a pasar por un periodo ingrato, ya que, por la adicción a lo conocido, por la adicción a nuestra propia química interna, nos sentiremos mal. Tendremos una sensación desagradable. Faltara la sustancia interna que nos hace sentir bien, dentro de nuestra zona de confort. ¿Qué hacer pues para conseguirlo? ¿Qué grado de esfuerzo nos requerirá? ¿Cuánto tiempo se necesita?. ¿Como moldear a nuestro cerebro para que funcione como nosotros queremos? No se trata de tiempo ni esfuerzo propiamente dicho. Se trata de operar de la forma adecuada. ¿Cómo? Como en toda organización, debemos nombrar un responsable máximo que gobierne. ¡Pero cuidado!. No nombremos a un responsable que no escuche a todas las voces y demandas de nuestro cuerpo. Este responsable deberá ser un líder comprensivo, que realmente quiera obtener resultados, y estos resultados no se producirán si no escucha a todos sus colaboradores. Es como el nuevo liderazgo en las empresas. Deberá motivar a todas las partes, haciéndoles co-responsables y entender que tienen limitaciones y necesidades. Bien, escoger al responsable no es problema, ya que debe ser el lóbulo frontal. El lóbulo frontal es la parte del cerebro que nos hace humanos, lo que nos distingue de los demás animales, lo que nos hace estar aquí ahora, en este escrito que estás leyendo. Es la parte que nos permite reflexionar, tener consciencia de nosotros mismos, resolver problemas complejos, tomar decisiones. Supongo que todos estaremos de acuerdo en que este debe ser el líder. Si alguien quiere actuar impulsivamente, reaccionando sin pensar a cualquier situación, seguir los hábitos establecidos y dejarse llevar por las circunstancias, poco requerirá del lóbulo frontal, lo que le condenará a ser víctima de las circunstancias para siempre. Una vez hemos nombrado a un máximo responsable, deberemos emprender una serie de acciones teniendo en cuenta a toda la organización. Estas acciones estarán diseñadas a favorecer cambios de funcionamiento con el objetivo de crear nuevos circuitos neuronales. ¿Pero como superaremos el malestar producido por esos cambios? Como mantendremos el liderazgo del lóbulo frontal si la química del cuerpo nos llevara a, inconscientemente, volver a los viejos patrones que nos crearan pensamientos como: “yo no puedo” o “la vida son 4 días” para conseguir la “droga” que necesitamos para sentirnos cómodos?. Mi respuesta más coherente es: -Con amor y con pasión: Tomar el objetivo de ser maestro de uno mismo como prioridad nº 1. La maestría nos permitirá no solo ser felices, estar bien desde el primer momento, sino conseguir lo que nosotros queramos. Generar los pensamientos que nos permitan crear la realidad deseada. Es un buen objetivo no?. Amar a este objetivo con la pasión de un atleta dedicado a ganar una medalla para dentro de 4 años. Adoptar esta forma de vida. Que es ganar una medalla como objetivo comparado con esa maestría? -Con comprensión al resto del equipo: No se trata de ser duros. Debemos reconocer a todos nuestros integrantes, y atender a todas sus necesidades. Todo el equipo debe alinearse en este objetivo. -Con un coach: Para supervisar el funcionamiento y tener un punto de vista exterior que nos permita identificar la realidad. El coach se encargará de mantener un diálogo con el lóbulo frontal, nuestro líder y comprobar el correcto funcionamiento de nuestro proyecto. Estará a disposición del líder para cualquier problema que pueda surgir debido a la más que probable creación de pensamientos destructivos (yo no puedo, abandono, hago una pausa por hoy), y mantener la referencia de la realidad deseada. El coach además puede tener la habilidad de ayudar a la creación de este funcionamiento óptimo del cerebro -y por tanto de nosotros- mediante la detección de patrones establecidos que le son totalmente invisibles al coachee, haciéndoselos ver, y por tanto, pudiendo actuar en consecuencia. Deberá ser neutro, es decir, no deberá interferir en las decisiones del coachee, ni dejar que sus creencias se interpongan en la conversación. Finalmente, o quizás debería decir solamente, se requiere compromiso. Compromiso por parte del coachee para hablar desde la total sinceridad consigo mismo y con el coach. Engañar al coach sería tan absurdo como engañarse a sí mismo. Y compromiso en la búsqueda de la realidad, entendiendo que somos inconscientes de muchas creencias y funcionamientos de nuestro cerebro por tanto descubrir esta realidad debe ser también un objetivo. Después de casi 30 años de” búsqueda de la felicidad”, o de búsqueda espiritual, o de buscar la forma de estar bien e ir consiguiendo poco a poco resultados, el coaching ha aparecido en mi vida en forma de método para conseguirlo. No es que sea un método, si no de ordenar nuestro funcionamiento de manera que consigamos estar bien. Ser felices. Podría citar el tópico de “he encontrado mi vocación”. ¿Vocación por algo que hace 20 años no existía? ¿O sí que existía? Si, Sócrates descubrió algo parecido. No lo encuentro apropiado. Prefiero decir que he encontrado la forma de ayudar a las personas de verdad. Y sentir la sensación, por primera vez, de tener algo que ofrecer. De facilitar la felicidad. De hacer que las personas brillen, y no porque les enseñe nada, sino porque les ayude a sacar lo mejor de sí mismas. Lo que quieran. - Jordi Oller

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bueno!

Anónimo dijo...

me ha gustado mucho!!..
es cierto que lo que nos une con todo el mundo es el saber que queremos estar bien por encima de todo, esto es nuestro gran objetivo.. y sii,, yo me he dadocuenta de mi victimismo, y ahora se que se existe, pero tambien existe el ser protagonista de tu vida, es lo mas importante!!
gracias por estar jordi!!!. un besazo

Anónimo dijo...

Platón distingue entre dos niveles de saber: opinión y conocimiento. En primer lugar, el conocimiento debe ser certero e infalible. Y en segundo, el conocimiento debe tener como objeto la verdad real, en contraste con lo que sólo es apariencia.
El pensaba, que las proposiciones derivadas de la experiencia tienen, a lo sumo, un grado de probabilidad. Pero, no son ciertas.
Tus sorprendentes afirmaciones sobre el conocimiento, están basadas en tu propia experiencia, lo que las convierte en una simple opinión. Puede que estén bien fundamentadas y puede que no, pero ninguna de ellas debe ser entendida como un conocimiento verdadero. El punto más alto del saber es el conocimiento, porque concierne a la razón y no a las propias experiencias. Más aún, los objetos de la experiencia son fenómenos cambiantes del mundo físico, por lo tanto dejan de ser objetos propios del conocimiento.
Siendo utilizada la razón de forma adecuada, nos conduce a ideas que son ciertas y los objetos de esas ideas racionales, son los objetos universales verdaderos, las sustancias que constituyen el mundo real, lo que conocemos como la “esencia”.
El mito de la caverna describe a personas encadenadas en la parte más profunda de una caverna. Atados de cara a la pared, su visión está limitada y por lo tanto no pueden distinguir a nadie. Lo único que se ve, es la pared de la caverna sobre la que se reflejan ellos mismos, modelos o estatuas de animales y objetos que pasan delante de una gran hoguera resplandeciente.
La situación en la que se encuentran los prisioneros de la caverna representa el estado en el que permanecen los seres humanos ajenos al conocimiento, incluso aquellos que se creen en poder de la piedra Filosofal y andan ofuscados en la ignorancia. Únicamente aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas y volver a mover sus entumecidos músculos, podrán contemplar el mundo de las ideas con sus infrautilizados ojos.

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